El índice de masa corporal (IMC) se ha utilizado durante décadas como una forma rápida de valorar el estado nutricional de una persona. Pero, ¿sigue siendo válido hoy? ¿Qué otras herramientas tenemos para medir la salud real?
En nuestro centro especializado en salud y nutrición en Valencia, analizamos cada caso desde un enfoque clínico, no desde una simple fórmula.
El IMC (Índice de Masa Corporal) es una fórmula matemática que relaciona el peso y la altura de una persona. Se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la altura en metros al cuadrado.
Fue ideado por el estadístico Adolphe Quetelet y adoptado por la OMS como herramienta poblacional para clasificar el peso corporal.
Expresando la masa en kilogramos y la estatura en metros cuadrados.

Por ejemplo, para el caso de una persona con un peso de 60 kg y con una talla de 1.60 m, se calcularía de la siguiente manera:

Esta persona, tendría un IMC de 23,4 kg/m2
Una vez que tenemos el dato, es muy fácil de realizar (y que seguramente por eso se ha utilizado tanto) se compara con una tabla de clasificación aportada por la OMS, que adoptó esta medida desde 1980 para evaluar el sobrepeso y obesidad en adultos.

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El IMC como indicador de salud: ¿Realmente preciso?
Aunque se ha usado durante años para evaluar riesgos de salud, el IMC no diferencia entre grasa y músculo. Dos personas con el mismo IMC pueden tener perfiles metabólicos y físicos totalmente opuestos.
En población deportista o en mujeres con cambios hormonales, puede ser especialmente inexacto.
Limitaciones del IMC: Más allá del peso y la altura
A pesar de su amplia aplicación, el IMC tiene limitaciones significativas. Una crítica común es que no distingue entre masa grasa y masa magra. Esto significa que dos personas con el mismo IMC pueden tener composiciones corporales muy diferentes, lo cual es crucial para evaluar la salud de manera precisa.
- No mide porcentaje de grasa ni músculo
- Ignora la distribución de grasa (visceral vs. subcutánea)
- No tiene en cuenta la edad, el sexo o el contexto hormonal
Es útil a nivel poblacional, pero pobre como diagnóstico individual.


¿Qué dicen los estudios científicos del IMC?
Varios estudios científicos han abordado la eficacia del IMC como predictor de salud. Un artículo publicado en el «American Journal of Epidemiology» en 2016 examinó la relación entre el IMC y la mortalidad. Si bien encontró que el IMC estaba asociado con un mayor riesgo de muerte, señaló que la relación no era lineal y que otros factores, como la distribución de la grasa corporal, también eran relevantes.
El IMC y las condiciones de salud: diabetes, enfermedad cardiovascular y más
El IMC se ha vinculado a diversas condiciones de salud, incluyendo diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y problemas hepáticos. Sin embargo, es esencial reconocer que estas asociaciones no siempre implican causalidad directa. Un estudio en el «Journal of the American Medical Association» destacó la necesidad de considerar otros factores de riesgo además del IMC al evaluar la relación con la diabetes.
Más allá del IMC: herramientas adicionales
Dada la complejidad de la salud, muchos profesionales de la salud abogan por utilizar herramientas adicionales junto con el IMC. La medición de la circunferencia de la cintura, la composición corporal y la evaluación de factores de riesgo metabólicos proporcionan una imagen más completa.
El papel de la composición corporal: ¿grasa o músculo?
La composición corporal (proporción de grasa, músculo, agua y hueso) es mucho más informativa que el IMC por sí solo.
En consulta, podemos valorar tu masa magra, grasa visceral y riesgos reales para tu salud mediante bioimpedancia o pliegues.
Alternativas y complementos al IMC: ¿son más precisos?
Hoy existen herramientas más completas para valorar el estado nutricional:
- Medición de circunferencia de cintura
- Relación cintura/estatura
- Bioimpedancia (BIA)
- Perfil lipídico y analíticas metabólicas
Todo esto permite hacer un diagnóstico más preciso, más allá del número del IMC.
Conclusiones: considerando la complejidad de la salud
El IMC puede darte una primera orientación, pero no debería ser el único criterio para evaluar tu salud.
Una visión completa requiere valorar hábitos, composición corporal y marcadores clínicos.
Si te preocupa tu peso, lo importante no es el número en la báscula, sino cómo estás por dentro.
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Preguntas frecuentes sobre el IMC
¿El IMC sirve para todo el mundo?
No. En niños, personas mayores, atletas o embarazadas, el IMC no refleja de forma fiable la salud corporal.
¿Puedo estar sano con un IMC alto?
Sí, si tu masa muscular es elevada y tus marcadores clínicos están bien. El peso no lo es todo.
¿Qué IMC es considerado “normal”?
Entre 18,5 y 24,9 kg/m², según la OMS. Pero ese rango no asegura que estés metabólicamente sano.
¿Es mejor hacerse una bioimpedancia?
Sí, si buscas una evaluación individualizada. Mide grasa, músculo, agua y permite ajustar la pauta nutricional.
¿Por qué se sigue usando el IMC?
Porque es barato, rápido y útil a nivel poblacional. Pero debe ir acompañado de otras pruebas en el contexto clínico.

Elisa Escorihuela es Dietista Nutricionista y Farmacéutica.
Colaboradora del programa de RTVE Saber Vivir
Autora del Blog «Aula de Nutrición»
Y los libros: «100 meriendas saludables para superfinos» y «Dietoterapia»