Hoy analizamos cuál es el mejor caldo de brick que encontramos en los supermercados.
Cada vez disponemos de menos tiempo en nuestro día a día, y a menudo cocinar al llegar a casa puede parecer una tarea abrumadora. Sin embargo, nada supera la sensación reconfortante de disfrutar de un caldo caliente por la noche.
El único problema es que preparar un caldo desde cero lleva tiempo y ciertos conocimientos culinarios, lo que a menudo es un desafío en nuestra ajetreada vida. Por esta razón, la industria alimentaria se ha esforzado en ofrecer una amplia gama de productos preparados que están listos para consumir. Año tras año, vemos cómo la oferta de caldos aumenta en los supermercados.
Sin embargo, es importante destacar que no todos estos productos son iguales. Por lo tanto, te recomendamos que analices detenidamente la información nutricional en el etiquetado para determinar cuál es el caldo más saludable y de mejor calidad.
Antes de adentrarnos en el mundo de los caldos preparados, es crucial recordar que un caldo casero siempre será la opción más sabrosa y económica. Dicho esto, en el supermercado nos encontramos con diferentes versiones de caldos: los venden en brick, en pastilla o en sobre.
Esto plantea la primera pregunta: ¿cuál de las tres opciones debemos elegir?
Cuál es el mejor caldo de brick
Hasta la fecha, los caldos que se comercializan en forma de pastilla o sobre suelen contener potenciadores del sabor, azúcares y grandes cantidades de sal (alrededor de un 50% de su composión). Por lo tanto, si tienes que optar por alguno de ellos, es preferible que te inclines hacia las opciones en brick.
Sin embargo, esto no significa que todos los caldos en brick sean igualmente saludables. Para comenzar nuestro análisis, debemos examinar la lista de ingredientes, la cual debe aparecer en orden decreciente de su peso en el producto.
En general, el primer ingrediente suele ser agua, seguido de hortalizas, carne, pescado, aceite (que puede ser de distintas calidades) desde un buen aceite de oliva virgen extra a otros aceite vegetales refinados de menos calidad y peores para nuestra salud, dependiendo del tipo de caldo que estemos evaluando.
Además, debemos asegurarnos de que los ingredientes que figuran en la lista sean principalmente alimentos reales y no extractos artificiales o potenciadores de sabor.
La sal en los caldos de brick
Tras analizar los ingredientes y seleccionar aquellos que cumplan con estos requisitos, es importante prestar atención a la cantidad de sal en el producto.
Los preparados suelen caracterizarse por su alto contenido de sal, y debemos tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar los 5 gramos de sal al día debido a su asociación con enfermedades cardiovasculares.
Tras una revisión de diferentes marcas, hemos observado que los niveles de sal varían desde 0,2 g por cada 100 ml hasta 1 gramo por cada 100 ml.
A simple vista, estos números pueden parecer bajos, pero debemos recordar que normalmente consumimos una ración de caldo que ronda los 200 o 250 ml. Por lo tanto, para calcular la cantidad real de sal que ingerimos, debemos hacer una regla de tres.
Supongamos que elegimos un caldo que contiene 0,7 g de sal por cada 100 ml. En una ración de 250 ml, estaríamos consumiendo aproximadamente un tercio de la cantidad diaria recomendada.
Por lo tanto, las diferencias significativas entre las distintas marcas disponibles en los supermercados se basan en la presencia de potenciadores del sabor, como el glutamato monosódico, lo que hace que algunos caldos sean menos saludables que otros. El glutamato monosódico puede generar dolores de cabeza y adicción.
En resumen, cuando tengas dudas, la mejor opción es seleccionar caldos con bajo contenido de sal y sin aditivos, ya que estas opciones también están disponibles en el mercado.
Con estas simples recomendaciones, podrás tomar decisiones más informadas al elegir un caldo preparado.
Sin duda, la mejor elección siempre será un caldo casero. Dedica algún tiempo los sábados o domingos para preparar tu propio caldo, utilizando verduras para cremas y aprovechando los restos de carne o pescado para añadir a tus sopas. De esta manera, podrás disfrutar de un caldo sabroso durante el resto de la semana y ahorrar dinero en la cocina.
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