Cómo la aceptación puede mejorar tu relación con la comida

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Imagina que te enfrentas a una situación difícil: te sientes ansioso o triste, y, sin pensarlo demasiado, recurres a la comida para aliviar ese malestar. Luego, aparece el sentimiento de culpa y la autocrítica: “No debería haber comido eso”, “No tengo fuerza de voluntad”. ¿Te resulta familiar? Este ciclo de malestar, evitación y culpa es muy común en la relación que muchas personas tienen con la comida.

En este artículo, quiero invitarte a reflexionar sobre una nueva forma de abordar estas situaciones: la aceptación. Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), aprendemos que aceptar el malestar no es lo mismo que resignarse o rendirse, sino que se trata de dejar de luchar contra nuestras emociones y aprender a convivir con ellas de manera saludable. Veamos cómo este enfoque puede ayudarte a mejorar tu relación con la comida y contigo mismo.

¿Qué significa aceptar el malestar en relación con la comida?

Aceptar el malestar significa dejar de pelear contra esas emociones o sensaciones incómodas que surgen cuando enfrentamos situaciones difíciles. En el contexto de la alimentación, esto puede incluir el hambre emocional, la ansiedad por comer ciertos alimentos o la incomodidad con la imagen corporal.

Cuando intentamos evitar o controlar estas sensaciones, solemos entrar en un ciclo de restricción y posterior descontrol. Por ejemplo, podrías decirte a ti mismo: “No voy a comer nada dulce esta semana”, y aunque al principio puedas lograrlo, eventualmente el malestar que genera esa restricción te lleva a un episodio de atracón o consumo impulsivo. La lucha constante con el malestar termina agotándote y alejándote de una relación saludable con la comida.

Aceptar no significa rendirse o conformarse con sentirse mal para siempre. Se trata de hacerle espacio a esas emociones, permitiendo que existan sin que controlen tus decisiones.

El problema de luchar contra el malestar

En ACT, hablamos de un concepto llamado evitación experiencial, que consiste en intentar escapar o suprimir las experiencias internas desagradables, como las emociones, pensamientos o sensaciones físicas. Aunque a corto plazo esta estrategia puede parecer efectiva, a largo plazo suele generar más sufrimiento.

Cuando evitamos enfrentarnos al malestar, nos perdemos la oportunidad de aprender a gestionarlo de una manera más flexible. Por ejemplo, si cada vez que te sientes ansioso/a recurres a la comida como vía de escape, nunca llegas a desarrollar otras estrategias para manejar esa ansiedad. La lucha constante contra el malestar se convierte en una trampa que refuerza el ciclo de insatisfacción y culpa.

Aceptar el malestar implica reconocer que estas emociones forman parte de la experiencia humana y que no es necesario eliminarlas para llevar una vida plena. Al dejar de luchar contra ellas, puedes centrarte en lo que realmente importa: vivir de acuerdo a tus valores.

Cómo la aceptación mejora la relación con la comida y las emociones

Al aprender a aceptar el malestar, se produce un cambio fundamental: la comida deja de ser una herramienta para evitar el sufrimiento y pasa a ser una forma de cuidado y disfrute. Esto no significa que dejes de experimentar hambre emocional o ansiedad, sino que esas sensaciones ya no dirigen tus acciones de manera automática.

La aceptación también te ayuda a:

  • Reconocer tus emociones sin juzgarlas. Cuando te permites sentir ansiedad o tristeza sin intentar eliminarlas, puedes tomar decisiones más conscientes.
  • Reducir la culpa y la autocrítica. Al aceptar que el malestar es parte de la experiencia, dejas de castigarte por sentirte de cierta manera o por no cumplir expectativas poco realistas.
  • Enfocarte en tus valores. En lugar de centrarte en controlar el peso o evitar ciertos alimentos, puedes comprometerte con acciones que reflejen tus valores, como cuidar tu salud o disfrutar de la comida sin culpa.
cómo mejorar tu relación con la comida

Estrategias prácticas para trabajar la aceptación

Si quieres empezar a practicar la aceptación en tu vida diaria, aquí tienes algunas estrategias y ejercicios basados en ACT:

1. Observa tu malestar sin actuar impulsivamente

La próxima vez que sientas la necesidad de comer para aliviar una emoción, tómate un momento para observar esa sensación. Pregúntate: “¿Dónde siento esta emoción en mi cuerpo?”. No intentes que desaparezca, solo obsérvala con curiosidad.

2. Prueba la respiración consciente

Cuando sientas ansiedad o urgencia por comer, dedica unos minutos a respirar profundamente. Inhala y exhala de manera lenta y consciente, enfocándote en el movimiento de tu respiración. Esto te ayudará a calmarte y a responder de manera más reflexiva.

3. Identifica tus valores

Haz una lista de las cosas que realmente te importan en la vida. ¿Cómo te gustaría que fuera tu relación con la comida? Cada vez que te enfrentes a una decisión difícil, pregúntate: “¿Esta acción está alineada con mis valores?”.

4. Usa frases de autocompasión

Cuando surjan pensamientos críticos, intenta responder con frases amables hacia ti mismo. Por ejemplo, si piensas “No debería haber comido eso”, podrías decirte: “Estoy aprendiendo a cuidar de mí mismo, y eso incluye ser amable cuando cometo errores”.

Preguntas frecuentes sobre la aceptación y la relación con la comida

¿Aceptar el malestar significa que no voy a mejorar mi relación con la comida?
No, aceptar el malestar no significa resignarte a sentirte mal para siempre. Al contrario, te permite dejar de luchar contra esas emociones y centrarte en lo que sí puedes cambiar: tus acciones y la forma en que te relacionas con ellas.

¿Qué hago si no puedo aceptar el malestar en ciertos momentos?
Es completamente normal que haya momentos en los que te resulte difícil aceptar el malestar. La práctica de la aceptación es un proceso, y está bien que no siempre sea perfecta. Lo importante es seguir intentando, sin juzgarte por los momentos en los que no lo logras.

¿Cómo puedo saber si estoy avanzando?
Podrás notar que estás avanzando cuando empieces a reaccionar de manera más consciente ante el malestar, cuando reduzcas la autocrítica y cuando tus decisiones estén más alineadas con tus valores.

Conclusión

Aceptar no es rendirse, sino aprender a convivir con el malestar sin que este dirija nuestras decisiones. Al practicar la aceptación, puedes transformar tu relación con la comida, reduciendo la culpa y el sufrimiento, y enfocándote en lo que realmente importa: cuidar de ti mismo desde la amabilidad y el compromiso con tus valores.

Recuerda, no se trata de ser perfecto, sino de seguir practicando y aprendiendo en el camino hacia una vida más plena y consciente.

Natalia Corbeanu

Psicóloga Clínica

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