Dieta en la enfermedad inflamatoria intestinal

La dieta en la enfermedad inflamatoria intestinal es clave para poder reducir la sintomatología y el empeoramiento de las mismas.

Qué es la enfermedad inflamatoria intestinal

La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) es una enfermedad crónica, de tipo no contagioso y de etiología multifactorial que se caracteriza por una inflamación del tubo digestivo.

Engloba dos patologías muy comunes:

  • colitis ulcerosa
  • y enfermedad de Crohn

Que aunque tienen una sintomatología muy similar, cada una se caracteriza por una zona de afectación.

Son inmunomediadas, inflamatorias y crónicas. Alteran la capacidad del intestino de digerir y absorber los nutrientes.

En Europa, se estima que afecta alrededor de tres millones de personas, además, su incidencia en los países industrializados se ha visto incrementada en los últimos años y aunque su etiología no se conoce por ahora en totalidad, se han descrito que influyen factores genéticos, ambientales e inmunológicos.

La sintomatología de la EII depende de la zona de afección y de la gravedad, sin embargo, tienen en común que se dividen en períodos de sintomatología fuerte, conocida comúnmente como “brotes”, alternando con periodos de remisión.

Enfermedad de Crohn (EC)

Es una inflamación crónica que afecta en diferentes zonas del tubo digestivo, de forma segmentada. Puede producirse desde la boca hasta el ano y la zona de la mucosa que se ve perjudicada, lo hace en su grosor completo.

Afecta tanto a mujeres como hombres y la edad de inicio de la enfermedad suele rondar entre los 15 y 30 años. Hay otro pico de incidencia entre los 50 y 60 años, sin embargo esta afección suele estar localizada en la parte del colon y por lo tanto resulta más fácil el control de la enfermedad.

Causas de la enfermedad de Crohn

Las causas de la Enfermedad de Crohn se desconocen, sin embargo, se conoce que su etiología es multifactorial, ya que se ve influenciada por una interacción entre genética, factores ambientales y sistema inmunológico.

  • Genética: se ha demostrado que hay una gran influencia genética en esta enfermedad. Cuando se estudia el historial familiar de la persona con EC, suele existir siempre un familiar con enfermedad inflamatoria intestinal.
  • Factores ambientales: Según la zona geográfica se pueden apreciar mayor o menor casos de EC y es por eso que se conoce que los factores ambientales tienen un gran peso en la etiología de esta patología.

En los países industrializados y en vías de desarrollo, su prevalencia es mucho mayor. Se conoce que el tabaco o algunos fármacos como los AINES, influyen en el desarrollo y agravamiento de la enfermedad.

También tiene mucho peso la dieta, ciertos alimentos contribuyen en el agravamiento de la sintomatología. Y el estrés, ya que puede actuar como factor desencadenante del brote.

  • Factores inmunológico: Existe una respuesta inmunológica exagerada que actúa en contra de la flora.
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Sintomatología en enfermedad de Crohn

Las principales manifestaciones clínicas cuando se da un brote son:

  • Diarrea: En ocasiones acompañada de dolor y con restos de moco o sangre.
  • Dolor abdominal
  • Pérdida de peso considerable, llegando a causar un retraso en el crecimiento cuando se trata de niños.
  • Fiebre
  • Sintomatología derivada de la malabsorción y por lo tanto de déficits o carencias nutricionales, como anemia, astenia…

Dieta en la enfermedad de Crohn

Un diagnóstico precoz puede evitar grandes daños y secuelas en el desarrollo de la enfermedad. El estrés, el tabaco, consumo excesivo de fármacos, malos hábitos en la alimentación o sedentarismo pueden contribuir en el desarrollo más rápido de la enfermedad y con efectos más perjudiciales, por lo que las personas que padecen Enfermedad de Crohn y en general cualquier Enfermedad Inflamatoria Intestinal, tienen que cuidar con más detalle estos aspectos.

Las necesidades nutricionales se ven incrementadas ya que el riesgo de padecer desnutrición energético proteica, en las personas que padecen Crohn es mucho mayor. El malestar generalizado y el cansancio, favorecen la pérdida de apetito en muchos casos, además existe una malabsorción del intestino debido a la inflamación o en ocasiones a los fármacos que se utilizan a su vez para paliar la enfermedad.

La alimentación de cada persona, por muy similar que sea la sintomatología debe de ser siempre individualizada y bajo la supervisión de un profesional, a pesar de que existen recomendaciones generales para esta enfermedad que mencionaremos a continuación, se tienen que tener en cuenta muchos otros aspectos, como los hábitos alimenticios que llevaba la persona antes de ser diagnosticada, sus conocimientos, la fase en la que se encuentra o el estilo de vida que lleva.

Según la fase de la enfermedad, vamos a diferenciar unas pautas:

Fase activa o brote:

El brote, se considera cuando aparece sintomatología característica de esta enfermedad;

  • diarrea
  • dolor
  • fiebre
  • pérdida de apetito

Puede ser debido a algún factor desencadenante como estrés, toma de medicamentos, haber descuidado la alimentación o malos hábitos como el tabaco o sedentarismo, sin embargo, en algunas ocasiones aparecen sin ningún motivo aparente.

En esta fase la alimentación tiene un gran peso, ya que el primer objetivo es reducir la sintomatología y buscar el bienestar del paciente.

Debe de ser una alimentación hipercalórica, para cubrir todas las pérdidas que pueda estar teniendo la persona, sin embargo se debe tener en cuenta que sea muy baja en grasas, baja en fibra y con una alta cantidad en proteínas.

A modo groso se recomienda:

  • No hacer ingestas muy copiosas, dividirlas en diferentes tomas para facilitar así la digestión.
  • Evitar el consumo de fibra insoluble (cereales integrales, semillas, salvado de trigo, algunos vegetales como espárrago, alcachofas…) y potenciar el consumo de fibra soluble en pequeñas tomas (manzanas, calabazas o peras asadas, zanahorias hervidas…)
  • Evitar alimentos ricos en grasas
  • Restringir el consumo de alimentos picantes o muy especiados.
  • Asegurarse de mantener un buen estado de hidratación, debido a que las necesidades se ven incrementadas por motivo de las pérdidas causadas por diarreas o vómitos.

Fase de remisión:

Después del brote o fase activa, procede la fase de remisión. Se considera que la persona se encuentra en esta etapa, cuando desaparece la actividad de la enfermedad y la sintomatología.

Es una fase asintomática en la que se trata de mantener el buen estado del intestino el máximo tiempo posible.

Entre las recomendaciones generales, se recomienda:

  • Asegurar siempre cubrir los requerimientos energéticos para evitar desnutrición, llevando una alimentación saludable, variada y equilibrada.

Evitar:

  • El consumo de todos aquellos alimentos que pueden resultar irritantes para el intestino, como alimentos cocinados a altas temperaturas, alimentos ricos en grasas, el alcohol, café o picante.
  • Alimentos flatulentos, como coles, cereales integrales, bebidas con gas, para prevenir así que un exceso de gas intestinal pueda llegar a ocasionar dolor o molestia.
  • Alimentos que contengan sorbitol, ya que en dosis altas puede provocar diarreas.
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Potenciar:

  • El consumo de carnes blancas (pollo, conejo, pavo…) y pescados blancos (bacalao, merluza, lenguado, dorada, lubina…), debido que son ricos en proteínas y bajos en grasas, por lo que favorecen una fácil digestión.
  • Alimentos ricos en omega 3, ya que actúan como precursores de moléculas antiinflamatorias: pescado azul (salmón, atún, emperador…) y nueces.
  • Ricos en betacarotenos, ya que actúan como protectores del tubo digestivo: zanahoria, mango, papaya, calabaza.
  • Alimentos y productos enriquecidos con bacterias lácticas, como los yogures en el caso de tolerar bien la lactosa o el consumo de probióticos en su defecto.
  • Consumo de aceite de oliva virgen extra por su poder antioxidante y antiinflamatorio, sin embargo de forma moderada para no exceder el consumo de grasas.

Aún así, como hemos mencionado anteriormente y siempre insistimos, la alimentación de las personas que padecen Enfermedad de Crohn, debe de ser individualizada y siempre bajo la supervisión de un profesional, ya que ni en dos personas que padecen una sintomatología similar se van a dar unas mismas pautas y en muchos casos se va a requerir de suplementación para cubrir las necesidades.

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Colitis ulcerosa (CU):

La colitis ulcerosa, entra dentro del grupo de Enfermedad Intestinal Inflamatoria (EII).

Es una enfermedad de tipo crónico, que en el inicio, afecta a la mucosa y submucosa del recto y conforme avanza puede extenderse a lo largo del colon.

Se trata de una inflamación, acompañada de un proceso ulcerativo y supurativo en la mucosa que afecta notablemente en la calidad de vida.

La edad de inicio de la enfermedad, igual que en la enfermedad de Crohn, ronda entre los 15 y 30 años, pudiéndose dar otro pico a partir de los 50 y dándose tanto en mujeres como en hombres.

Causas de la colitis ulcerosa

Se desconoce que exista una causa en concreto, ya que como las anteriores mencionadas, tienen un origen multifactorial entre los que se destacan:

  • Factores genéticos: ya que se han identificado genes concretos relacionados con la aparición de la enfermedad.
  • Ambientales: cómo pueden ser el tabaco o la toma de anticonceptivos.
  • Inmunitario: una reacción inapropiada del sistema inmunitario continua puede acabar provocando una inflamación continua que acaba dañando las paredes del colon.

Sintomatología de la colitis ulcerosa

La sintomatología de la colitis ulcerosa, se caracteriza por:

  • Diarreas, debido a la inflamación y presencia de úlceras en la pared intestinal.
  • Mucosidad en las heces
  • Heces sanguinolentas, por la presencia de úlceras el pared intestinal.
  • Incontinencia
  • Tenesmo: sensación de vaciado incompleto a la hora de defecar
  • Dolor abdominal
  • Pérdida de apetito, debido al conjunto de sintomatología que acompaña la CU.
  • Pérdida de peso
  • Anemia, por la presencia y por lo tanto, pérdida de sangre en heces
  • Fiebre: en los casos de mayor gravedad debido a la inflamación

Sin embargo, puede darse de forma más exagerada en función de la zona afectada:

  • Proctitis ulcerosa: Cuando la afección se da en la zona del recto, hablamos de proctitis ulcerosa. En este caso, los pacientes sufren a menudo incontinencia para defecar y sensación de vaciado incompleto (tenesmo), presencia de sangre en las heces y dolor rectal. Es el tipo de CU más leve.
  • Proctosigmoiditis: Cuando la afección se da en el recto y en el colon sigmoideo. La persona sufre de cólicos, tenesmo y heces sanguinolentas. La persona padece dolor abdominal moderado.
  • Colitis distal: Afecta al recto y se extiende hasta el ángulo esplénico del colon. La sintomatología incluye diarrea sanguinolenta, pérdida de apetito, de peso y dolor abdominal severo.
  • Pancolitis: cuando la afección cubre todo el colon, hablamos de CU extensa o pancolitis, el paciente sufre de forma continua diarrea con sangre y dolor abdominal severo.

Dieta para Colitis Ulcerosa:

Una educación alimentaria, supervisada siempre de la mano de un profesional, ya que como hemos hablado anteriormente en las EII, cada persona tiene que llevar una alimentación individualizada acorde a su sintomatología y grado de la enfermedad, es fundamental a la hora de comenzar el tratamiento de CU.

Como en la EC, se diferencia la alimentación según la fase de la enfermedad.

Dieta durante un brote

Durante un brote de colitis ulcerosa, la alimentación se debe de cuidar de forma extremada.

Debido a la sintomatología que conlleva, en muchos casos existe una pérdida de apetito, sin embargo, es de gran importancia cubrir los requerimientos nutricionales para cubrir las pérdidas y mejorar la sintomatología.

  • Es importante llevar una dieta calórica, que cubra los requerimientos, pero en ingestas pequeñas continuadas a lo largo del día, para facilitar así la digestión.
  • Se debe excluir todos aquellos alimentos ricos en fibra, como cereales integrales, algunas frutas y verduras, legumbres o frutos secos.
  • Restricción de aquellos alimentos o preparaciones culinarias con elevada cantidad de grasa, debido a que pueden favorecer la aparición de diarrea.
  • En el caso de que la persona padezca intolerancia a la lactosa, restringir su consumo por completo, sin embargo, si se tolera bien, se debe valorar el caso, siempre de forma individualizada, para  poder realizar un consumo mínimo de lácteos ya que son una fuente importante de calcio y vitamina D. 
  • Controlar el exceso de fructosa y sorbitol, ya que pueden ocasionar diarrea.
  • Evitar bebidas gaseosas, alcohólicas y café, ya que pueden ocasionar gases, irritación de la mucosa y actuar como laxante.
  • Controlar las cantidades de sodio, para evitar la retención de líquidos, sobre todo si se está dando un tratamiento con corticosteroides.
  • Mantener una buena hidratación para el correcto funcionamiento del organismo, la cicatrización de úlceras y controlar el equilibrio de líquidos y electrolitos en episodios de diarrea.
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Dieta en fase de remisión

En la fase de remisión, la alimentación va a variar mucho según la persona, ya que la introducción de alimentos debe de ser progresiva y teniendo en cuenta la sintomatología en el caso de que la haya para descartar aquellos alimentos que pueden perjudicar.

Habrá que tener en cuenta muchos aspectos como la edad, estilo de vida, intolerancias alimentarias (ya que un gran número de personas con colitis ulcerosa, presentan varias intolerancias).

Sin embargo, el objetivo común es cubrir las necesidades de la persona, los déficits en el caso de que los haya y la pérdida de peso que haya podido haber durante el brote, aprendiendo qué alimentos pueden derivar en problemas digestivos.

En algunos casos, la suplementación nutricional será fundamental, por ello se recomienda estudiar de forma rutinaria los valores séricos en aquellas personas que tengan brotes con más periodicidad.

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Sandra Soler Olcina

Elisa Escorihuela

Dietista Nutricionista en valencia

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